Para tomar conciencia de las fortalezas y áreas de aprendizaje.
Un director financiero, con solo 3 sesiones, se atreve a compartir un feedback crítico a una persona clave de su equipo: “He dicho todo lo que quería decir y tal como quería decirlo. Además he manejado hábilmente las respuestas de mi interlocutora”.
Para tener más confianza en las propias posibilidades.
Una directora financiera de una empresa familiar al iniciar el proceso de coaching se consideraba un cero en habilidades sociales. Cuando finaliza el proceso de coaching asegura que: “soy capaz de poner límites a los demás y de expresar asertivamente mis opiniones a las personas de mi equipo”.
Para tener una comunicación más fluida.
Un director de área cuyo objetivo era saber expresar emociones positivas en sus charlas así como expresar más suavidad a la hora de comunicar malas noticias. En tres sesiones afirma: “soy capaz de realizar una charla inspiradora de cara el futuro y conseguir una buena predisposición de las personas de mi equipo frente las malas noticias”.
Para alinear o comprometer equipos de trabajo.
Para revisar el plan de acción de cada participante y constatar los resultados y las modificaciones del plan que son necesarias activar. Constatar el aprendizaje y el desarrollo logrado es emocionante para el participante y para la empresa. Las dos partes recogen el resultado de su esfuerzo.
El seguimiento que realizamos dos meses después de la finalización de un programa de desarrollo permite admirar el cumplimiento de los compromisos asumidos.
Para actuar de forma más reflexiva, generar comportamientos más alineados con las necesidades del puesto de trabajo y las expectativas de la empresa; conseguir personas y equipos más comprometidos, más eficientes y con mejores resultados.