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Inmunoterapia emocional para fortalecernos a nosotros y a los demás

martes, 24 marzo 2020 12:03

Cómo ser antídoto y no virus emocional en la situación de confinamiento

El viernes me llamó una muy buena amiga asustada y sobrepasada. Estaba estremecida de las pocas medidas que se habían implantado en su empresa para evitar la propagación del Coronavirus. Se sentía muy vulnerable y se mostraba convencida de que su estado emocional de espanto y estrés perjudicaba su sistema inmunológico. Y añadió: “necesito hablar contigo de cómo hago la gestión emocional de todo. Tengo una hija de 14 años y no quiero que me vea tan desbordada”.

Ojalá que todos hiciéramos como Mireia: tomar conciencia de la necesidad de una buena gestión emocional ante esta crisis.

Tomar conciencia no solo del contagio del COVID-19, sino también del contagio emocional a uno mismo y a los demás, especialmente cuando los otros son más vulnerables.

Ser vulnerable a nivel emocional no siempre está relacionado con la edad. Podemos sentirnos vulnerables en situaciones puntuales que vivimos (otras enfermedades, separaciones, estar en paro etc.) o por nuestra capacidad de gestionar el malestar, la incertidumbre…

Desgraciadamente, estos días el tema de conversación es el COVID-19 y las consecuencias que supone a todos los niveles.

Hablamos mucho del contagio del virus COVID-19 y de maneras de evitarlo y protegernos, pero no hablamos tanto del contagio emocional. Las emociones son contagiosas y crean «atmósferas» anímicas que pueden tocar o fortalecer nuestro sistema inmunológico.

Relación directa entre el contagio emocional y el debilitamiento de nuestro sistema inmunológico

Está demostrado científicamente que tal y como la enfermedad física impacta nuestro estado anímico, y éste debilita el sistema inmunológico, también puede pasar al revés. Es decir, un estado emocional débil impacta a nuestro sistema inmunológico y mina nuestras defensas.

En la situación actual pues, cuidar nuestro estado anímico no sólo nos aportará más bienestar a nosotros y a los nuestros, sino que es un tratamiento útil, sabio y solidario de inmunoterapia para hacer frente al COVID-19.

Del mismo modo que hay climas atmosféricos (sol, nubes, lluvias, rayos…) las personas y los grupos tenemos y co-creamos climas emocionales.

En un grupo o en una familia, el clima nos lo podemos encontrar y / o lo podemos crear. Podemos encontrarnos un clima emocional (alegre, enrarecido …) y podemos reconducirlo y crearlo.

Reconducirlo no significa cambiar de tema o imponer otro clima. Quiere decir abrazar la tormenta, hacerle un espacio, hacerlo consciente y normalizarlo. Seguramente, después de eso, el clima se transformará.

Ser portadores del virus o ser antídotos emocionales

En primer lugar, hay que preguntarnos qué clima emocional creamos nosotros mismos y qué clima quisiéramos generar: Serenidad o inquietud, confianza o desconfianza, pesimismo o esperanza, frialdad o ternura.

Todos contribuimos en la creación de este clima, pero no de la misma manera. La influencia depende del rol que jugamos en la relación (propietario / padre / jefe /cliente…), del carisma o la ascendencia que tenemos al grupo, de la manera de expresar las emociones…

Por lo tanto, cada uno de nosotros es responsable de ser portador del virus o de ser un antídoto. Por lo tanto, somos responsables por partida doble: en evitar el contagio del COVID-19, por una parte, y en evitar el contagio de una dosis excesiva de malestar, por la otra.

¿Cómo convertirse en antídotos emocionales?

Evitar el contagio del virus supone evitar y / o minimizar ser contagiados y contagiar a los demás. Enumeramos 3 antídotos emocionales:

– Ponerse mascarilla emocional

“En lugar de intentar obtener siempre circunstancias externas ideales, hay que empezar por controlar nuestro interior” – David Servan-Schreiber

Si os habéis fijado, la tripulación de los aviones cuando nos da las instrucciones para el uso de las máscaras de oxígeno, siempre dicen que primero nos las ponemos nosotros y entonces, ayudamos a los demás.

La metáfora es clara: Para cuidar a los demás, primero hay que cuidar de nosotros mismos. Es decir:
   – Cuidándonos: velar por nuestro bienestar físico, emocional, mental, espiritual, y gestionar como aceptamos nuestro malestar.
   – Dejándonos cuidar: Aceptar la ayuda que los otros me ofrecen espontáneamente o la que pedimos intencionadamente.

– Confinamiento emocional

“Si una jarra de vinagre derrama, derramará vinagre. Y si derrama una jarra llena de miel, derramará miel” – A. López Caballero

¿Como captamos lo que pasa a nuestro alrededor y como amortiguamos el contagio? El autocuidado emocional requiere confinarse en el confinamiento.

Al igual que los instrumentos musicales, todos tenemos dentro de nosotros una caja de resonancia. Este es el espacio en el que habitan nuestras vivencias, tanto de bienestar como de malestar. Si somos capaces de cuidarnos y tener un estado de relativa serenidad, podemos escuchar, atender y entender con claridad y sensibilidad nuestras resonancias.

Así, conseguimos: que nuestra caja de resonancia esté disponible para nosotros y para los demás. Y discernir como nuestra resonancia puede impactar en los demás.

– Tener cuidado de los demás

La mascarilla y el autoconfinamiento son un antídoto para un mismo y una manera de fortalecer nuestro sistema inmunológico. Así, nos convertiremos en un antídoto para los demás.

Por un lado, porque desde nuestro bienestar encomendaremos bienestar. Y por otro, porque podremos escuchar y atender mejor su malestar.

No se trata de ser una simple correa de transmisión (capto miedo y transmito miedo). Se trata de apreciar con sensibilidad qué mensajes recibimos y decidir si queremos ser un virus o un antídoto para los demás.


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