«Me molesta mucho que las personas de mi equipo no participen en las reuniones», me dijo una responsable de equipo en una sesión para trabajar la gestión de las actitudes saboteadoras, tanto del propio equipo directivo como de los equipos que dirigen.
En la sesión, los miembros del equipo definieron algunos ejemplos de actitudes saboteadoras que identificaban en sus reuniones:
Las reuniones de un equipo son un espejo de su funcionamiento. Lo que pasa en una reunión refleja la conciencia de equipo, el sentido de pertenencia, la confianza que hay en el equipo, la alineación con el propósito, visión y objetivos, la capacidad de lograr mejores resultados etc… Por tanto, cualquier síntoma disfuncional de las reuniones, ya sea en la efectividad en la tarea (del orden del día, la temporalización, la toma de decisiones, los métodos empleados…), como en la efectividad en sus relaciones (actitudes saboteadoras), muestra la necesidad de «ser» más equipo. Por lo tanto los saboteadores nos están diciendo que falta alineamiento en el equipo.
¿Para quién está siendo un saboteador? ¿Para quien lo hace o para quien modera la reunión?
El saboteador hace lo que hace, consciente o inconscientemente, para sacar algún beneficio, algún provecho. Por tanto, desde su punto de vista, su comportamiento es funcional y facilitador del logro de sus objetivos e intereses, ya sean individuales o para su pequeño reino de taifas. Por otra parte, este mismo comportamiento puede ser funcional o saboteador para el grupo, en función del contexto y la intensidad.
Por ejemplo, hacer bromas puede ser un bálsamo en un momento dado de una reunión, pero también puede suponer un salida de tono en otro momento.
¿Cuál es la otra cara de la moneda de los saboteadores? ¿De qué manera pueden facilitar las cosas?
Los que no participan, son prudentes y no tomarán riesgos de manera impulsiva, los que miran por sus intereses no se dejarán pisar fácilmente y saben poner muy bien los límites, los pesimistas prevén perfectamente posibles amenazas y nos ayudan a anticiparnos, los intransigentes tienen muy claras sus ideas y son persistentes en su defensa, etc…
En cambio, para el moderador de la reunión que tiene como finalidad velar por el equipo y, por tanto, por el bien común, estos comportamientos interfieren u obstaculizan la consecución de los objetivos de la reunión que, como hemos dicho, son un espejo de los objetivos del equipo.
Es importante tener en cuenta esta doble mirada ya que nos permite entender mejor el punto de vista del saboteador y su «buena» intención.
Ahora que ya sabemos que todo comportamiento saboteador tiene una buena intención… ¿Podemos ser capaces de ver la intención positiva en este tipo de comportamientos cuando nos molestan mucho?
Supongo que no habéis pasado por alto la frase que inicia este artículo: «Me molesta mucho».
¿Es fácil empatizar cuando algo nos molesta mucho?
«Todo lo que nos irrita de los demás nos puede ayudar a conocernos a nosotros mismos». Carl Young
Cuando algo nos molesta, posiblemente está topando con nuestra escala de valores y hay que ser conscientes de que nuestra respuesta puede ser poco objetiva, serena y adaptativa y, por tanto, puede contribuir más al conflicto.
En el próximo artículo explicaremos una serie de medidas prácticas antisaboteo para convertir los saboteadores en facilitadores reales para el equipo.